Centro Base Discapacitados nº2 de Madrid

Soy la madre de David y tengo que pediros, por favor que compartáis...

Según la resolución del Centro base de Discapacitados nº2 de Madrid, del 25 de mayo de 2018, David, padece Retraso Mental Moderado, dictamen del que discrepo, puesto que no se han tenido en cuenta los informes aportados (según el médico del equipo de valoración nº3, no los había recibido) ni se ha realizado una valoración realista, ni sensata, ni objetiva.

Supongo que a causa del mal humor del facultativo mencionado. Lo intuyo por el tono de voz alto, tajante y autoritario, incluso intimidante, seguramente derivado de un estado griposo, que nos demostraba a mi hijo David y a mí, mientras sorbía sus secreciones nasales sin ningún pudor. Pese a eso, en ningún momento utilizó guantes a modo de profilaxis. La exploración se desarrolló de una manera excesivamente abúlica y hosca. 
Si bien muestro mi disconformidad para con este punto, y ruego nueva valoración, mi principal reclamación discurre en torno al BAREMO DE MOVILIDAD.

El 14 de noviembre, David fue sometido a una cirugía de espalda. A consecuencia de eso y a fecha de hoy, mi hijo padece un trastorno de control de esfínter, así como temblores en las extremidades. Para localizar el foco de estos perjuicios, en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón, se están realizando determinadas pruebas, tales como, RM, TAC, etc. (en este momento, estamos a espera de resultados) El médico arriba mencionado, para mi asombro, se tomó la molestia de diagnosticar a mi hijo “a ojo”, considerando lo que le ocurre, como una patología común, relacionada con su “incapacidad” pero no valorable.

De una manera áspera, le exigió a mi hijo, (un niño que por sus características personales resulta fácilmente impresionable) que le acompañara a dar un paseo. Y él así lo hizo, temeroso de una regañina (el ambiente dentro de aquella consulta, y el tono de voz que se utilizaba para referirse tanto al niño como a mí, así lo señalaba) David subió y bajó escaleras, supongo que como pudo, desconocedor además (tanto él, como el médico), de los agravios vinculados a un posible tropiezo. El doctor que le acompañaba, triunfante. Según la tabla de baremos que una y otra vez me medio-mostraba, lo dejaba claro: “No tiene problemas de movilidad. Puede subir y bajar de un autobús sin problemas. Listo”
No ha tenido en ningún momento en cuenta que mi hijo podía caerse, le ha hizo correr.

Le pedí acoger a mi hijo al punto C de la tabla del baremo de movilidad, ¡por eso estaba allí! 
C) Puede deambular pero presenta conductas agresivas o molestas de difícil control, a causa de graves deficiencias intelectuales que dificultan la utilización de medios normalizados de transporte.
Le sugerí que le valorara la Trabajadora Social, debería… pero no hubo manera humana de hacerle entender cuál es la situación real de mi hijo.

Mancillados los derechos de mi hijo, nos vimos obligados a abandonar la consulta, con una sensación de impotencia y mesnoprecio indescriptibles.

Y ahora quiero hablarles desde un punto de vista humano, el de madre:

David tiene (además de otras muchas patologías) incontinencia anal, no lleva pañal. Tratamos de imponerle unas rutinas, para que en el futuro, su problema desaparezca o al menos, resulte exclusivamente puntual. Esta situación hace que él se sienta incómodo y avergonzado, se muestra nervioso y llore, huele, lo nota, y a veces incluso se toca por dentro del pantalón para comprobarlo, manchándose las manos. 
Siempre llevo abundante ropa de cambio y toallitas higiénicas para hacer frente a estas situaciones. En ocasiones, he tenido que volver a casa para ducharle, es la forma más eficaz y menos denigrante para él, de asearle.
Cuando le limpio fuera de casa, tengo dos opciones, o llevar la ropa maloliente en una bolsa de plástico dentro de la mochila (evitando así que el olor se propague alrededor de nosotros) o directamente tirarla. 
Ir en Autobús o en Metro con mi hijo es una utopía. No sabemos en qué momento va a surgir un problema, ni si se va caer (después hay que levantarlo), David ya es más alto que yo, sujetarlo o mantenerlo tranquilo, no siempre es tan fácil como considera el médico del Equipo de valoración nº3
Y si un día se cae en el autobús, ¿qué hago? ¿Le llamo a él?
Y si mancha al usuario del autobús con “caca” (podría utilizar la palabra mierda, que sería el significado real para la persona a la que manchase, pero siento que mi hijo no merece la emplee) ¿también llamo a este doctorl para que me socorra? He de decir, que alguna vez, y en otras circunstancias, esto ya ha ocurrido.

Acudimos a citas médicas, de media, una vez por semana. Le llevo a todos lados siempre en coche. Pretender coger un autobús conlleva esfuerzos que no puede enfrentar: desplazarse desde casa hasta la parada, esperar pacientemente, subir o bajar… sentarse si hay sitio, agarrarse (IMPOSIBLE) caminar de nuevo hasta el destino y volver a casa, claro está. Lo que para nosotros y el médico que le atendió es tan ordinario, para él y su cuidadora durante las 24 horas del día (yo, su madre) es todo un mérito.
Y en ese recorrido que le menciono, no hemos contado con los prontos, o los “escapes”


Me siento desolada , abochornada y humillada.

Y creo que con motivos… sobre todo después de que ese mismo doctor que no puedo dejar de mencionar, me acusara de querer “colocarle” a mi hijo, más discapacidad de la que tiene… según él, hoy en día, los niños con Síndrome de Down, son todos muy autónomos. 
¡Valiente y ecuánime valoración!
Me acusa de pretender ponerle más discapacidad a mi hijo de la que ya tiene… eso lo considero una falta de respeto muy grave, porque (y ojo, no necesito justificarme ante nadie) pero quién sacrifica su vida, laboral, personal y social para cuidar de mi hijo durante las 24 horas que tiene el día, soy yo) y no he acudido a ese centro a que me valore a mí. Me siento muy indignada con esta acusación.
Solo decirles, que abandoné el Centro llorando. Una pena no haber solicitado los servicios de urgencias llamando al 112, para que emitieran un informe sobre mi estado de ansiedad y desesperación en aquel momento. Hoy se lo hubiera podido adjuntar.

Jamás me he sentido tan desamparada.
Se preguntarán por qué les cuento esto. Porque quiero que tengan en cuenta el trato que se nos ha dado, la nula empatía con la que se nos trató, la soberbia, el tono, la rudeza y la escasez de modales, que tanto mi hijo como yo, tuvimos que soportar.
Por otro lado, considero que la situación de mi hijo David, no debe ser valorada por un médico, sino por la trabajadora social o psicólogo.
Por eso hoy he solicitado una nueva valoración por otro equipo. En febrero de 2017, mi hijo fue evaluado en el equipo nº2, y en el Baremo de Movilidad, le dieron 4 puntos y no tuvimos estos problemas (en el último dictamen tiene 0) Ni una queja. Tan amables, tan solícitos, que al salir, le puse una reseña en Google de 5 estrellas al centro y se puede comprobar.

Así como, también he solicitado se atienda mi queja sobre el facultativo que atendió a mi hijo y quede constancia de ella en el Centro Base de discapacitados nº2, y en la Dirección General de Atención a Personas con Discapacidad, a fin de que, se tenga en cuenta, en el caso en que haya más reclamaciones anteriores o posteriores y se puedan realizar las acciones necesarias para evitar en lo sucesivo, situaciones como las que les hago llegar.

Creo sinceramente, que en el año 2018, no estamos en condiciones de sufrir un trato tan desconsiderado. Y estoy en mi derecho de hacerlo saber allí donde interese.
Esta reclamación, se la haré llegar también a Don José Juan García Ruiz (Director del Centro Base nº2), a Doña María Dolores Moreno Molino, Consejera de Políticas Sociales de la Comunidad de Madrid, a Doña Carmen Montón, Ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, Doña Marta Higueras Garrobo, Área de Gobierno de Equidad, Derechos Sociales y Empleo de la Comunidad de Madrid
Necesito que me ayudéis... ya no sé qué más hacer!

Lucía Gemma, madre de David

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los héroes también tienen Síndrome de Down

Poco o mucho Síndrome de Down